Ingrid Soto de Sanabria,
Fecha de publicación 25/02/10

Uno de los motivos de consulta más frecuente, que manifiestan las madres, es que "su hijo o hija no come", lo que muchas veces constituye un verdadero problema, tanto para ellas como para el entorno familiar.
Para manejar adecuadamente esta situación tan común, es necesario que se conozcan algunos conceptos que ayudarán a las madres a prevenir la inapetencia, más que a tratarla. A continuación comentaremos algunos aspectos sobre: hambre y apetito, conductas alimentarias de cada edad y métodos de alimentación adoptados por la madre o la persona cuidadora.
HAMBRE Y APETITO:
Son diferentes, el hambre es una necesidad y el apetito es un deseo. En otras palabras, el hambre es una sensación desagradable e inaplazable, en cambio el apetito es placentero y puede posponerse. Otra diferencia es que el hambre no se deja influir por los estados de ánimo desagradables o traumáticos creados por el medio ambiente, mientras que en el apetito sí influye el estado anímico y el ambiente que rodea al niño.
Los animales se alimentan por hambre, mientras que el hombre come, además de ser necesario, porque satisface uno de sus deseos más sutiles: el apetito.
El hambre es el mejor estímulo del apetito pero las madres, las abuelas o quienes cuidan al niño, quieren que coma aún cuando no tenga hambre.
CONDUCTAS ALIMENTARIAS DEL NIÑO:
La conducta alimentaria de cada niño o niña se deriva de sus propias características, físicas, sociales y psicológicas:
Cuando se desacelera el crecimiento, disminuye el apetito. Por esta razón, al final del primer año de vida, la madre comienza a notar que el niño come cada vez menos.
Cuando el niño se enferma o durante la erupción de los dientes, por lo general, pierde el apetito.
Los lactantes y pre-escolares son neofóbicos, esto quiere decir, que tienen temor a ingerir un alimento nuevo. A algunos niños hay que hacerles probar el alimento hasta veinte veces, para que lo puedan aceptar.
Otra observación común en la ingesta de alimentos por los niños, es su naturaleza impredecible: unas veces comen mucho y otras poco: puede que desayune muy bien pero come poco o nada el resto del día. Además, los niños pequeños son capaces de controlar, en forma relativamente exacta, su ingesta total diaria. Según Clara Davis, estudiosa de la materia, "en ausencia de intervención adulta y ofreciendo opciones nutritivas, los niños son capaces de seleccionar una dieta adecuada".
El pre-escolar repite los mismos alimentos una y otra vez, es decir su dieta es monótona. Después lentamente incorpora otros alimentos.
Hay que recordar lo siguiente:
En la etapa pre-escolar se forman los hábitos y actitudes que predominarán a lo largo de su vida.
Como se dijo anteriormente, el hambre es el estimulante primario del apetito, pero hay otros estimulantes igualmente importantes, como el olor, la presentación, el sabor y la textura de los alimentos. Igualmente importante son también la compañía y la atmósfera emocional que rodea el acto de comer.
Es fundamental el ejemplo: no se puede pretender que el niño coma algo que ustedes, los padres, no acostumbran comer, así como también, que sus modales en la mesa, sean los exigidos por la sociedad si el grupo familiar no se los inculca con el ejemplo.
Es necesario aprender a diferenciar la inapetencia que se presenta cuando tu hijo se enferma, lo cual nos ocurre a todos: si no se espera que el niño mejore y se le obliga a comer, este evento puede ser el inicio de un período de inapetencia más difícil de manejar.
Muchas veces, la queja de que "el niño no come" no es tal. Sucede que el niño se atiborra de chucherías o de algún otro alimento que le gusta y, naturalmente, a la hora de sentarse a comer en la mesa, rechaza los alimentos ya que no siente hambre, porque sus requerimientos energéticos están cubiertos, pero no precisamente con alimentos nutritivos.
MÉTODOS DE ALIMENTACIÓN:
Otro aspecto importante a considerar son los métodos utilizados por los padres o el cuidador, para que el niño coma, los cuales muchas veces son inadecuados. Entre ellos se mencionan la persuasión, el soborno, las amenazas, la fuerza, el castigo, el premio, entre otros. Debes tomar en cuenta que forzar a tus hijos a comer constituye una agresión: hasta los animales que parecen comer sólo por hambre, dejan de hacerlo cuando los asustan.
Finalmente, recuerde estas sugerencias, las cuales debe aplicar siempre para lograr "que tu hijo coma":
Enseñar con el ejemplo.
Sentarse a la mesa a comer juntos.
No usar distractores durante la comida (televisión, video juegos, juguetes, entre otros).
El ambiente, durante el momento de la comida, debe ser agradable: evitar discusiones, regaños o situaciones desagradables.
No persigas al niño con la comida: él debe permanecer sentado en la mesa, preferiblemente compartiendo con la familia.
Debes respetar la cantidad de alimentos que tu hijo quiera comer en ese momento, aún cuando a usted le parezca que es poca. Es mejor esperar la próxima comida para invitarlo a comer nuevamente.
Si el niño rechaza un alimento que se le ofrece por primera vez, insista en las otras comidas y en diferentes presentaciones para que el niño consuma ese alimento: USA LA IMAGINACIÓN.
No le ofrezcas chucherías entre comidas ni en las meriendas; es mejor para el niño ofrecer yogurt, frutas o galletas.
Sé paciente, evita presionarlo, castigarlo, obligarlo a comer y ofrecer premios.
Felicítalo con cariño por el esfuerzo que hace al comer.
Involucra a tu hijo, si la edad se lo permite, en la compra y preparación de los alimentos.
En cuanto al uso de vitaminas, minerales, estimulantes del apetito y fórmulas especiales, hay que tomar en cuenta, que su uso indiscriminado puede ser perjudicial para la salud del niño, por lo tanto, siempre deben ser indicados por el médico, cuando se justifique su uso.
Cuando tu hijo o hija "no coma", tu mejor consejero es el Pediatra, no dudes en consultarlo, especialmente cuando ese problema se presenta en forma persistente.
BIBLIOGRAFÍA:
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